Origen y breve historia de la Ordo Bonaerensis

13.02.2019

Origen y función de la Cofradía de Nuestra Señora del Buen Ayre 

Las cofradías de mareantes tenían una amplia tradición medieval tanto en los territorios de la Corona de Castilla como en los de Aragón. Antonio Rumeu de Armas (historiador y académico español) encuentra cofradías de mareantes en el siglo XII y con más profusión ya en el XIII. Eran institutos gremiales que agrupaban a las personas dedicadas al mar, en cada villa o ciudad costera. Sevilla, ciudad de larga tradición marinera, tenía una cofradía de pescadores con un hospital bajo la advocación del Espíritu Santo, y una cofradía de pilotos, maestres y contramaestres, bajo la advocación de Nuestra Señora del Buen Aire.

La Cofradía de Nuestra Señora de Bonaria dicha también de los Mareantes de Sevilla o indistintamente Cofradía o Hermandad de Nuestra Señora del Buen Aire, también denominada Santa María del Buen Aire tiene sus primeras Reglas en 1561, aunque desde antes de 1556 se empezaron a registrar en la documentación el ingreso de cofrades.

La cofradía buscó, según el preámbulo de sus ordenanzas, el celo de servir a Dios, el bien de los marineros y de otras personas que navegaban en la Carrera de Indias "por mejor remediar algunas necesidades que se ofrecen en los susodichos, sus mujeres, hijos e criados...". Se trataba, pues, de proporcionar una asistencia protectora y piadosa a sus miembros, objetivos que se materializó en manifestaciones religiosas, en una atención médica a los hermanos y en la asistencia pecuniaria a los más necesitados del grupo.

La cofradía daría principal culto a la Virgen del Buen Aire, a la que en un principio, y según un primer proyecto elaborado por los mencionados mareantes, solo podrían pertenecer «los pilotos y maestres examinados, señores de naos y contramaestres que estuvieran casados en estos reinos ».

Posteriormente, los Oficiales de la Casa de Contratación introducirían importantísimas novedades que se incluirían en el proyecto definitivo que sería finalmente aprobado. Dichas novedades consistían en que únicamente podrían ser miembros de la Cofradía «los maestres, pilotos y señores de naos que hubiesen navegado la Carrera de las Indias o fuesen casados en estos reinos, excluyéndose a los contramaestres ». Las modificaciones, pues, eran sustanciales, puesto que se reglamentaba ahora la exclusividad de aquellos dueños de naos, maestres y pilotos -con la exclusión de los contramaestres-, que marchaban a las Indias.

En cuanto a la ambigua expresión «casados en estos reinos », quería hacer referencia a aquellos marineros, que cumpliendo las características anteriormente descritas, fuesen extranjeros, los cuales, al casarse en los Reinos de España, pasaban a ser españoles.

Posteriormente, el 28 de diciembre de 1562, los «maestres, pilotos, capitanes y señores de naos», dándose el nombre de Universidad, se reunían en «el hospital que estamos haciendo en Triana », y configuraban la Regla Segunda -que sería igualmente modificada por los Oficiales de la Casa de Contratación sevillana-, por la que organizaban su actuación pública futura en pro de sus intereses como cuerpo, haciéndolos valer ante la cita de la Casa de Contratación, el Consejo de Indias, e incluso ante el Rey, y dejando oír su voz en todo lo referente a la navegación trasatlántica. De hecho, los mareantes se considerarían siempre como los descendientes de los antiguos cómitres sevillanos.

Finalmente, ambas Reglas serían presentadas conjuntamente por el procurador de la Universidad, Sebastián de Santander, ante el rey Felipe II, que las aprobaría también conjuntamente, mediante real provisión, dictada en Galapagar (Madrid) el 22 de marzo de 1569.


La institución tenía como finalidad principal, las obras asistenciales y piadosas. Posteriormente, dado el interés que suscitó entre sus hermanos, la corporación tuvo una triple vertiente, a saber: una devocional, siendo los titulares de la cofradía la Virgen del Buen Aire; otra asistencial, pues se erigía en hospital para curar a sus hermanos; y una última socio-política, pues también se articulaba como Universidad, "para defenderse de cualquier persona o institución que lesionase sus intereses".


Así, la Cofradía destinaba cantidades de sus fondos a rescatar cofrades que se hallaban cautivos, o hubiesen sido robados de corsarios, a dotar a huérfanas, a hijas de cofrades y a socorrer a aquellos miembros de la institución que por vejez o enfermedad no pudieran trabajar, atendiéndose igualmente en un hospital -que no se especifica si será de la Cofradía- a aquellos marineros -sin distinción de clases- enfermos o accidentados.


Los cofrades se comprometían también a acompañar a aquel hermano que se encontrase en la agonía, y en caso de fallecimiento, a proporcionar a su entierro cuatro sacristanes que llevasen las andas, y un acompañamiento que portaría hachas de cera, así como la celebración de rezos y Misas por el alma del fallecido. Dichas prerrogativas también las podían disfrutar los familiares de los mareantes, contemplándose igualmente la posibilidad de que un particular quisiera ser enterrado por la Cofradía.

La única fuente de ingresos de esta institución estaría formada por la cantidad que debería entregar cada cofrade en el momento de su ingreso -dos ducados y medio real al muñidor- así como la contribución de un cuarto de soldada de todas las naves que viajaran a Indias, y las limosnas que se recogiesen en la alcancía que al efecto llevaría cada embarcación. Asimismo, en cuanto a su funcionamiento, se ordenaba que se efectuaran tres cabildos anuales, a los que deberían asistir todos los cofrades.

Capítulo igualmente importante era el referido a las fiestas de la Cofradía -que también lo eran de la Universidad-, sobre todo las de la Virgen del Buen Aire, patrona de los mareantes, celebrada en septiembre, así como las de San Pedro y San Andrés, abogados igualmente de los mareantes, que lo eran en junio y febrero respectivamente. Todas ellas se debían celebrar con vísperas solemnes, misas y sermón. Asimismo, se reglamentaba que se hiciera también una misa en la octava de Todos los Santos, con su vigilia y responso, y una Misa cantada con diácono y subdiácono por las almas de los cofrades difuntos. En todas ellas debían de estar presentes todos los cofrades.

A medida que transcurrían los años, la Cofradía mudó a un fin eminentemente religioso asistencial hospitalario, ya que se encargaría de socorrer a los cofrades, viudas y huérfanas, así como de la organización de un hospital, el cual, en la confusa articulación de ambas reglas no se especifica si era obra propia de la Cofradía o de la Universidad. La única noticia cierta al respecto estriba en que, tanto el hospital como su iglesia -de la que tampoco se hace mención en ninguna de las dos reglas-, fue edificadas en Triana, al lado del río, siendo, ambos, de los edificios más notables de Sevilla, utilizándose una sala de dicho hospital como sala de cabildo de la Universidad.

El 24 de junio de 1596 se aprobaron nuevas reglas ante el Arzobispo ordinario de Sevilla Su Eminencia don Fernando cardenal Niño de Guevara, convirtiéndose en hermandad de penitencia, cuya salida con sus imágenes titulares quedó fijada en la tarde del Miércoles Santo. En el último cuarto del siglo XVII, probablemente en 1682, se trasladaron a su nueva sede en el colegio de San Telmo, cayendo en desuso su anterior asiento que entró en ruinas en la segunda mitad del siglo XVIII hasta su total desaparición. El nacimiento del Colegio de San Telmo de Sevilla en 1681 obedeció a la crónica escasez de gente de mar, y más singularmente, de pilotos que se venía arrastrando desde el siglo XVI. La Universidad de Mareantes fue nombrada administradora de la escuela de náutica sevillana, cargo en el que se mantuvo más de una centuria, hasta 1786, año en el que el Colegio experimentó una profunda reforma de corte ilustrada, con cambios, entre otros, que afectaron a su cúpula de gobierno. La Universidad fue separada de la administración del establecimiento de náutica, y también la Casa de la Contratación de Sevilla desaparecía para siempre del teatro de la navegación y del comercio colonial. Como el gremio de Mareantes fue muy poderoso en Sevilla, igualmente poderosa fue su institución, es decir, la cofradía, el Hospital y la Universidad de Mareantes. Incluso, llegaron a tener hermandades filiales en América, como la que tenía su sede en el monasterio de San Francisco de Veracruz, en México; Capilla en el Castillo de San Felipe del Morro, en San Juan de Puerto Rico; en la Real Fortaleza de don Juan Baltasar de Austria llamada posteriormente Fortaleza de San Miguel de Buenos Aires (situada en el lugar Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre) hoy Ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde aún se conserva la primera imagen de Nuestra Señora del Buen Ayre -toda de hierro- expuesta hoy en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada; instancia que fue legada para el Virreinato del Rio de la Plata como promesa cumplida por don Pedro de Mendoza, primer fundador de Buenos Aires, quien era miembro de la cofradía de mareantes de Triana.

A partir de 1630, los propios hermanos son conscientes de haber entrado en decadencia. Desde mediados de siglo, las reuniones escasean y entre 1660 y 1680 las reuniones son esporádicas y todas versan sobre cuestiones exclusivamente religiosas. Las últimas noticias que se tienen en España de ésta Cofradía están fechadas en el siglo XVIII siendo probable su desaparición en algún momento del primer tercio del siglo XIX. Aquí en la hoy Argentina su memoria ha sido cuidada por el Fuero de Hidalgos del Río de la Plata de donde parte y surge el restablecimiento simbólico y continuidad de la misma en el año 2003. La agrupación de Hidalgos a Fuero del Río de la Plata fue creada a instancias del privilegio de hidalguía concedida por mandato de Su Majestad el rey Felipe II en 1573 a descubridores, conquistadores y primeros pobladores más sus descendientes a través de las Ordenanzas de Población incorporadas a la Legislación de las Indias y vigentes por mas de tres siglos, con iguales honras y preeminencias que deben de haber y gozar todos los hijosdalgo y caballeros de Castilla.

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