Alocución del Gran Maestre Ordo Bonaerensis en la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen de 2021

17.08.2021

Palabras del Gran Maestre pronunciadas en la signación, vestición y cruzamiento de Miembros oficiado en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Exarcado Greco-Católico Melquita de Argentina, Sede Capitular de la Ordo Bonaerensis de la Ciudad de Buenos Aires, el 15 de agosto de 2021, fiesta de la Asunción de la Beata Virgen María.

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En esta fiesta, que es la más antigua y más solemne del ciclo mariano, estamos reunidos en un mismo sentimiento de gozo y de agradecimiento unidos a las alegrías y alabanzas de los Ángeles que hoy, en el cielo, ensalzan al Hijo de Dios, porque su Madre ha entrado allí en cuerpo y alma en este día.

María recibió a Jesús al entrar en este mundo y ahora Jesús recibe a María que entra en el cielo. Admitida a gozar de las delicias de la contemplación eterna.

María al sentarse a las plantas del Maestro, ha escogido la mejor parte que no le será arrebatada. La Madre de Cristo es la más dichosa de todas las criaturas porque supo cual ninguna escuchar la palabra de Dios. El Verbo se ha encarnado en el seno de la Virgen y ahora la harta de los divinales delicias de la visión beatífica en los resplandores de la celestial Sion.

Cristo resucito y subió a los cielos después de estar tres días escasos en el sepulcro. Así también la muerte de la Virgen María se pareció a un breve y placidísimo sueño. De ahí el nombre de Dormición que se le daba. Pero Dios la resucitó y la glorificó en el cielo, no permitiendo que la corrupción se cebase de su cuerpo virginal.

Alegrémonos hoy todos en el Señor porque nuestra Madre ha subido a los cielos cortejada y victoriada por los Ángeles y los Justos. Además, su triunfo y su Asunción, son ya prenda de nuestro triunfo y de nuestra subida a los cielos, porque natural parece que adonde está la Madre, allí vivan también los hijos.

María es el primer grano que el divino Sembrador recogió en la tierra para trasladarlo a las trojes del cielo. Los mismos ángeles se pasmaron al ver una criatura humana subida sobre todos ellos y tan junta al Rey de la gloria, que la colma de distinciones y singularísimas caricias.

En ese gozo hoy dispusimos la pragmática "In Assumptione Beate Mariae Virginis" por el que elevamos hermanas e incorporamos a un hermano en las filas de la milicia de Dios.

Finalmente, dirigimos una mirada especial, a nuestra Orden Caballeresca, haz Madre Santísima, que sea un lugar donde florezca perennemente el bien y que, unida en la fe, firme en la esperanza, concorde en la caridad, trabaje con diligencia e incansablemente por edificar el Reino de Jesús en las almas, en las familias y en todos los sectores de la vida social.

Todo esto te lo pedimos con confianza, oh Nuestra Señora de Bonaria, Tú Asunta a los Cielos, benigna, escúchanos. Amén. 

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